Enfilados en una escalera mecánica detenida, desemboca en florida enardecida de nube de baldosa gris, desato mi par de ilusiones con mañana a medio desayunar y lo dejo al costado del poste donde raya la ultima luz.
Me entrevero entre camisas y sacos, corbatas en cruz al cuello y a la misericordia.
Miradas calculadas en balances incobrables, cheques girados a 360 grados, transpirados en el asfalto.
Me hundo en la contractura de mis raíces, como si la sangre me fuera a correr por fuera, dilatada y adormecida.
Catástrofe, tormenta devaluada en la distancia, Catástrofe porque tu mano en tu chaqueta se va, se guarda y me quiero estrellar ahí entre las llaves de tu casa y tu documento sin identidad; en el pliegue de tu pelo que acobarda al río detrás del dique.
Golpe.Seguía caminando, y por un momento estaba en ese instante, esa milésima de minuto comprimida a 50 milibares, estaba ahí apretando tu silencio desgajado, recordando los últimos 730 días que crecieron a la sombra de mi palpito descosido.
Cruce.La sirena del semáforo en alto y mi consideración de la realidad no se llevan bien, levitando entre el Banco de la esquina y los manifestantes de idiotas, con ráfagas de edificio enceguecido sobre mi que estira su tentáculo y me toma hasta el fondo, me escupe por la escalera y me devuelve en la puerta de mi infierno de 4 por 4 al costado del teléfono que irrita mi fémur.
Saludos calculados, palabras entrenadas que se repiten, se reproducen, se multiplican, se amontonan, se tocan se escupen se alejan durante nueve horas; mientras ella se retuerce en mi garganta, se desliza a mi estómago, se acomoda,se acoda, roe mi vientre, se filtra por los pulmones y sube por la traquea, burbujea en mi nariz y retrocede en caída libre hasta mis células nerviosas y rebota, baila en ella, se contonea,se estalla, contaminándome las percepciones, el movimiento de mi meñique, la flexión de la rodilla, la supinación del húmero, la contracción de la retina.
Esta en todos lados, fibrilandome hasta mi última gota de decencia.
Y otra vez el mercado de sacos y corbatas, y maletines, y paraguas traicioneros, y lentamente otra vez yo...vuelvo al poste a buscar mi par de ilusiones y me encuentro que no están, que el lazo roto se retuerce cataléptico como una arañaba cuando le cortan la pata, se mueve como un espermatozoide perdido en el agua del cordón.
Golpe.Recorro minuciosiosamente con mi alterada pupila, no puede ser hasta mi par de ilusiones se dieron por vencidas, y me echo a nadar entre las bocas irrespetuosas que se mueven kilométricamente...buscando buscando.
Cruce.no están. Una vez más me echo a andar descalza, entre los cardales de cemento, hiriéndome levantando este cuerpo afiebrado.
Catástrofe. Vuelvo al momento donde por un instante comprimido, estaba ahí apretando tu silencio desgajado.
Me entrevero entre camisas y sacos, corbatas en cruz al cuello y a la misericordia.
Miradas calculadas en balances incobrables, cheques girados a 360 grados, transpirados en el asfalto.
Me hundo en la contractura de mis raíces, como si la sangre me fuera a correr por fuera, dilatada y adormecida.
Catástrofe, tormenta devaluada en la distancia, Catástrofe porque tu mano en tu chaqueta se va, se guarda y me quiero estrellar ahí entre las llaves de tu casa y tu documento sin identidad; en el pliegue de tu pelo que acobarda al río detrás del dique.
Golpe.Seguía caminando, y por un momento estaba en ese instante, esa milésima de minuto comprimida a 50 milibares, estaba ahí apretando tu silencio desgajado, recordando los últimos 730 días que crecieron a la sombra de mi palpito descosido.
Cruce.La sirena del semáforo en alto y mi consideración de la realidad no se llevan bien, levitando entre el Banco de la esquina y los manifestantes de idiotas, con ráfagas de edificio enceguecido sobre mi que estira su tentáculo y me toma hasta el fondo, me escupe por la escalera y me devuelve en la puerta de mi infierno de 4 por 4 al costado del teléfono que irrita mi fémur.
Saludos calculados, palabras entrenadas que se repiten, se reproducen, se multiplican, se amontonan, se tocan se escupen se alejan durante nueve horas; mientras ella se retuerce en mi garganta, se desliza a mi estómago, se acomoda,se acoda, roe mi vientre, se filtra por los pulmones y sube por la traquea, burbujea en mi nariz y retrocede en caída libre hasta mis células nerviosas y rebota, baila en ella, se contonea,se estalla, contaminándome las percepciones, el movimiento de mi meñique, la flexión de la rodilla, la supinación del húmero, la contracción de la retina.
Esta en todos lados, fibrilandome hasta mi última gota de decencia.
Y otra vez el mercado de sacos y corbatas, y maletines, y paraguas traicioneros, y lentamente otra vez yo...vuelvo al poste a buscar mi par de ilusiones y me encuentro que no están, que el lazo roto se retuerce cataléptico como una arañaba cuando le cortan la pata, se mueve como un espermatozoide perdido en el agua del cordón.
Golpe.Recorro minuciosiosamente con mi alterada pupila, no puede ser hasta mi par de ilusiones se dieron por vencidas, y me echo a nadar entre las bocas irrespetuosas que se mueven kilométricamente...buscando buscando.
Cruce.no están. Una vez más me echo a andar descalza, entre los cardales de cemento, hiriéndome levantando este cuerpo afiebrado.
Catástrofe. Vuelvo al momento donde por un instante comprimido, estaba ahí apretando tu silencio desgajado.
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