Como un desenlace voraz,una hoja brotando del tallo,así van naciendo todas esas cosas que podríamos decir.
Podríamos,pero ahí se quedan, a la sombra,a la espera.No es miedo, no es verguenza.
Es como velar una película,que filmamos,actuamos pero no queremos ver.Y no hay avant premiere.
No es miedo,no es verguenza,no es nada terrible ni oscuro.No son secretos que nos tergiversen en monstruos.
Pero aún así no lo decimos.
La lengua se nos anuda en un trance vocal con nuestro paladar,y queda ahí como dilucidando si es suspiro o si es palabra.
Es como golpear una gran puerta de madera,con alforzas de hierro y suplicar que abran,porque afuera hace frío y quizás llueva.
Y escuchamos el eco,y por la mirilla de la puerta nada vemos.Es que estamos golpeando desde adentro,y no hay nadie en la vereda.
No es miedo,no es temor.
Solo nos cuesta demasiado decir que nuestra boca necesita hacer eco en otro paladar.
Nos cuesta decir,hoy que atrasan tanto los relojes,que necesitamos darle cuerda al cuerpo.
Una vez mas, la premisa es decir.Y a la vez dejarnos ir.
Decir.
Ir.
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