dejar que gotee lentamente la posibilidad de un susurro suspendido en el lóbulo de la oreja,como una marabunta de papilas gustativas deslizándose por el caracol cartilaginoso del oído.
y desarmar el ataque conciente de las murallas levantadas entre sábanas y portazos.
O no.Cerrar el paso,proclamar sequía de elementos y pulcritud dáctilar en el sofá.
O un sí.Pinchar la tombola y dejar que el rocío se vuelva alfombra.
o desafinar un tal vez,y jugar entre los recovecos de lo impredecible.
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