Jamás se disuelve una piedrita en el agua, por más preguntas que le hagamos al río. Las piedritas van y vienen, se enamoran de los zapatos, salen a rodar y vuelven a la mesa de luz.
Porque cuando hablamos de amor, de ciudad y de canciones, el balance histérico siempre es punto seguido.
Y con gotitas de caramelo de miel se completan las reglas del juego ; y como un eterno nunca jamás el juego se vuelve historieta, que se vuelve juego, que se vuelve historia , que se vuelve boleto de colectivo.
Medianochece y ellos siguen sin entenderse autoreciprocamente , nunca dejan de rodar y el odio tierno disfrazado va en los bolsillos entre boletos viejo y las llaves de casa.
Hablan como diccionarios, con palabras que definen cosas que no aclaran.
Un no que niega con la boca, pero que es un si reventado entre muchos números de teléfono.
Quizás haya que aceptar que hay cosas que son porque si, simplemente especiales.
Porque decir que no y abrazar con un si, es jugar a la mancha y cruzar los dedos.
Cuando dos son azules, todo lo que se digan siempre es noche en buenos aires, autos que pasan y hasta luego.
Animales de la noche
Hace 7 años
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